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26. Miguel, el «zapatero».

Entrada publicada en formato borrador, pendiente de edición.

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. -Jeremías 33:3-.

Narrador: 

Pan, agua, sal y vino
llevaba consigo Nicodemo
cuando en la ciudad se adentró
a buscar a un zapatero.

05 Llevaba consigo, también,
llevaba, también, Nicodemo,
dos monedas gordas de plata;
éste era su dinero.

Se preguntaba por el camino
10 si podría comprar
unos zapatos fuertes
o botas para caminar.
Porque hospedarse…necesitaría,
también tenía que cenar.

15 Su preocupación no era por las cosas,
sino por el cuánto valdrán;
hace mucho que no se compra
calzado para mejor andar.

Caminaba con fe por el camino,
20 y para nada se preocupaba
de lo que encontraría para comer,
asearse, cenar y cama.

De una manera inefable,
siempre encontraba todo,
25 unas veces con cariño,
otras veces con asombro.

Hoy llevaba dos monedas
de plata para comprar,
para asearse y comer algo,
30 las que encontró en un sofá
viejo y abandonado
que usó para dormitar,
cansado cuando venía
de charlar algo en un bar.


Miguel:

35 ¡Buenas tardes, amigo!
¿En qué te puedo ayudar?

Nicodemo:

¡Buenas tardes, zapatero!
Algo le quiero comprar…
Necesito unos zapatos
40 o botas para caminar.

Necesito un calzado cómodo;
aunque, fuerte, que me dure…
¡Mire estos que llevo!
¡Hechos jirones, con mugre!

45 Mas, estoy desconcertado
con el precio de sus zapatos,
los seis pares que he visto
me dejan hasta empeñado.

Miguel:

¿Y cómo es la cosa?
50 ¿Tú presupuesto es ajustado?
Dime, amigo, qué tienes,
a ver qué encontramos.

Nicodemo:

Solo tengo dos monedas
gordas, aunque de plata,
55 ¿Marcan el precio para éstas..
o es otra moneda marcada?

Miguel:

Viejas son tus monedas,
mas, son de mucho valor.
El joyero del pueblo
60 las apreciará, créelo.

Tal vez lleves contigo
mucho más de lo que esperas…
Como es tarde y está cerrado,
mañana echamos cuentas.

Nicodemo:

65 Me dice que lo crea…
¿y si me quedo empeñado?
Tendría que buscar hospedaje,
¡hasta me siento obligado!

¿Cree que la pensión del pueblo
70 me podrá hospedar,
con dos gordas de plata
y zapatos, aún, por comprar?


Miguel:

Créeme hombre, ¿acaso no tienes fe?
Vemos cosas que palpamos,
75 otras las queremos creer.
Y creemos lo que no vemos,
ahora te diré el qué.

Si te preocupa la pensión,
yo te acompañaré;
80 Gabriel es un gran amigo,
y, también, lo es Rafael.

Justo al lado de la pensión,
Rafael tiene su casa,
y no hay cerveza que no cure
85 lo que le añade la tapa.
Que hay tapas muy exquisitas,
pero se pegan en el riñón;
otras, demasiado grasas,
para el hígado…perdición;
90 pero también las hay ligeras,
y que ayudan a la digestión.
Son como las de mis zapatos,
unas resbalan, y otras no.


Nicodemo:

Veo una actitud amigable,
95 entrañable, también, es;
apenas me conoces,
mas, procuras mi bien.

Esto es asimilado
a lo que es la fe.
100 Pues ponemos fe en lo que no vemos,
y con el alma se ve.

No todo aquello que se mira,
con el ojo corporal se aclara;
el pensamiento y el afecto,
105 ¿no se miran con el alma?

Miguel:

¡Qué grande eres hombre!
Por cierto, ¿cómo te llamas?
Yo, Miguel, el zapatero,
así es como me llaman.

Nicodemo:

110 Mi nombre es Nicodemo,
le fascinaba a mi madre.
No muy usual, creo;
mas, le sonaba a grande.


Miguel:

Veo aquello que guarda
115 tu nombre en su intención,
“Principal” es en el pueblo,
en el pueblo de Dios.
El significado de tu nombre
¿estará en la renovación?

120 ¿Estará en renovarse
la fe de tu devoción
en aquello que es Espíritu
y se halla en Dios?

Porque veo que traes pan,
125 y también llevas vino;
sal y agua llevas también…
¡Ya has hecho mucho camino!


Nicodemo:

Así es, Miguel,
ya he caminado bastante;
130 me muevo como el Espíritu
y jamás paso hambre.

Mi fe ha sido renovada
en aquello que no se ve;
es como el no conocerme
135 mas empatizar, con lo que lee:
unos zapatos viejos,
gastados y polvorientos,
la inocencia de un niño
y moverme como el viento.


Miguel:

140 Así es, Nicodemo,
fácil ha sido ponerme
en los zapatos que llevas puestos…
¡cuánto se alegran de conocerme!

¿Quién como Dios, hijo mío,
145 para depositar tu fe,
hacerla crecer grande
y ver lo que no se ve
con los ojos corporales?
Porque con el alma se ve,
150 y más se ve en el Espíritu:
prismáticos tiene la fe.


Nicodemo:

Cuando me hablas de acompañarme
y presentarme, también,
a tus amigos del pueblo,
155 a Gabriel y Rafael;
algo es que puede verse
y sin los ojos de ver se ve:
la fe en los amigos.
En la amistad es que se cree.

160 Se cree en la bondad amiga,
en que siempre la encontrarás;
y no esperas a comprobarla
en cualquier adversidad.

Miguel:

Así es, Nicodemo,
165 todos ponemos fe,
en la amistad, el matrimonio:
en el amor se cree.

Mas, ¿qué traería la adversidad?
¿sería aquello que se palpa?
170 ¿aquello que con los ojos
queda visto e impacta?

Porque nos impacta revelar
el afecto que nos profesan,
¿creemos que es igual al nuestro,
175 creemos en la correspondencia?

¿O hemos caminado tanto
que con el Espíritu nos movemos,
haciendo a un lado el impacto
cuando su verdad revelemos?

180 Mucho es el camino
que habremos de caminar,
para ser felices solo
con la fe de la amistad,
con la fe de la esperanza,
185 con la fe de la bondad,
con la fe del pensamiento
de que se puede cambiar.

Así es que saltamos
fuera de esa sombra
190 que conlleva la condescendencia
de la correspondencia toda.


Con todo, Nicodemo,
disfruta, en el pueblo, la tarde;
te voy a hacer un regalo
195 y visitamos a mis compadres.

De todo lo que aquí tengo,
irá con tu cuarenta y dos,
estas botas de color negro
y piel miel en el exterior.

200 Se camina como en las nubes,
y a todo terreno son;
guardan tus tobillos
y el caminar…¡una bendición!

Pruébatelas ahora, hombre,
205 vaya yo a equivocarme;
me haya equivocado de número
o de forma que a ti te agrade.



Nicodemo:

¡Qué cómodas las botas!
¡cuánto me gusta el diseño!
210 Negro en la suela y talón
contrasta genial con el pie, creo.

Miguel:

Así es, Nicodemo,
crees en su hermosura,
a pesar de verlas con los ojos,
215 tu alma más las dibuja.

Y es que como zapatero,
algo se traspasa con el calzado;
mucho se dice de la persona,
de cómo camina y cuándo.
220 También dice el zapato
mucho de la personalidad;
hasta si en los zapatos de otro
sabes ponerte y en su lugar.

El zapato tiene alma
225 y lleva consigo la de la persona,
unos gustan de zapatos caros,
aunque esa no sea su horma.
Mas, los hay que son sencillos,
y el caro le iría mejor,
230 aún así prefieren dos pares
y guardan uno por resplandor.

Tu eres, Nicodemo,
de los que apura sus zapatos,
los lleva al extremo siempre,
235 traspasa lo que esperamos
de la durabilidad de su hechura,
de la capacidad para la que están.
Veo en los que llevabas
mucho de este afán.
240 Pues, no son zapatos de campo,
mucho menos de caminar,
son zapatos elegantes,
daño te han hecho al andar.

Y, viendo que buscas otros
245 zapatos para caminar;
veo que has renovado en ti algo,
lo veo, igual, en tu personalidad.



Nicodemo:

¡Sí que me sorprendes, Miguel,
con cada una de tus palabras!
250 Ahora hasta podre correr,
y las piedras ni se me clavan.

Mas, no sé qué decirte,
que estoy viendo el precio
y no sé si alcanzaría
255 a pagarlos con el cambio luego.


Miguel:

Como ya te he dicho antes,
estas botas son un regalo.
¡No sabes cuánto me alegra
haberte conocido, hermano!

260 Ahora, vayamos juntos
a la casa de Rafael;
seguro le alegra conocerte,
¡y hasta se viene Gabriel!



Narrador:

Camino iban de la pensión
265 y de la casa de Rafael,
cuando los asaltó por el camino
el joyero del pueblo, Uriel.

Pronto entabló el joyero
algo de conversación,
270 Nicodemo aprovechó el momento
y esto es lo que pasó.


Nicodemo:

Pues, querría yo, Uriel,
haberme acercado mañana
a su tienda para cambiar
275 estas dos gordas de plata.

Son todo lo que tengo
y no sé si alcanzarán
a pagar la pensión esta noche
y a tapear en el bar.

Uriel:

280 Déjame que las vea,
con poco te podré decir
si son monedas que se cambian
y por cuánto se pesan, ¿sí?

Nicodemo:

Aquí las tienes, joyero,
285 por favor, compruébalas bien;
ahora son todo lo que tengo,
mañana… ¡veremos a ver!

Uriel:

¡Madre mía, Nicodemo!
Aquí tienes un tesoro,
290 cada una de las que tienes
cuatrocientas,…como poco.
Esto es como poco,
porque hasta podría ser más;
o incluso hasta suben…
295 si las quieres guardar.


Nicodemo:

No suelo guardar nada,
encuentro lo que necesito.
Mas, como habré de venir de vuelta
yo creo que es mi destino -,
300 mejor, guárdame una;
la otra, cámbiame, amigo.

Uriel:

Pues, las guardo ambas conmigo,
y te dejo el cambio ahora;
venía de hacer caja,
305 efectivo llevo de sobra.




Narrador:
Ahora se hallaban todos
en el café-bar de Rafael,
estaban Gabriel y Nicodemo,
315 Rafael, Uriel y Miguel.

Rafael cerró todo,
quería ahora disfrutar
de la conversación de sus amigos
y, de Nicodemo, su caminar.


Rafael:

320 Cuéntame, Nicodemo, amigo,
¿cómo has llegado aquí?
Pocos son los aventurados
que se aventuran a seguir
por el árbol de la vida;
angosto es porque sí.

Nicodemo:

325 Así es, Rafael,
¿difícil es de seguir
un mundo donde la mentira
siempre está por confundir?


Uriel:

Desde luego que si así empezamos,
330 ¿habré de abrir el camino?
Miguel, con tu palabra,
danos algo de luz, amigo.

Porque Rafael, con sus tapas,
la amargura siempre cura,
335 sino lo hacen sus cervezas,
inigualables en frescura.

Gabriel:

Mejor os tomo la palabra
y os pongo a reflexionar,
tengo un pensamiento, amigos,
340 quiero haceros cabilar.

Es una frase de aguas,
y me gusta para pensar,
seguro encontráis pensamientos
y, así, dilucidar
345 lo que encierra de sapiencia
la sabiduría del lugar.

Me hallaba yo en una playa
cuando me puse a escuchar
a un marinero que decía
350 lo que te vengo a contar:

“¡Dios, líbrame de las aguas mansas,
que a las bravas las veo venir!”

¿Qué creéis que son estas palabras?
¿Qué, el marinero, quiso decir?


Miguel:

355 Si pensara en Aristóteles,
te diría así:

Caminar sobre terreno accidentado
fatiga menos que caminar
sobre aquel terreno llano
360 que agradable es al andar.

Pues, lo que se hace agradable,
por muchas razones, puede ser;
a veces, es que te ponen
el engaño a los pies.

365 Y cuesta, en la comodidad,
apreciar lo que en verdad es.
Este agua, veo camino:
la brava, lo que verdad es.

Nicodemo:

Eso veo yo en las aguas,
370 las bravas siempre se ven;
si estas fueran personas,
fácil se reconducen, ¿eh?
Mas, personalidades sociópatas,
silenciosas más bien,
375 siempre llevan máscara,
mansas siempre se ven.
Así, construyen el suelo
cómodo y llano a tus pies;
te hacen ver todo perfecto,
380 cuando son la mentira con pies.

Gabriel:

Yo de lo que veo mucho,
de lo que veo, también,
es de la creencia en lo que no vemos;
así, advierte, por tu bien.

385 Porque con los ojos del alma
es que se puede ver
la intención de la mirada
de aquello que no se ve.

Se ve con los ojos del alma
390 la verdadera intención
de aquel que se presume verdadero
cuando mentira es su voz.

Así, nos advierte nuestra alma,
con los ojos de la fe,
395 con los ojos de lo imperceptible,
con la intuición, también,
si alguien es de la cáscara amarga,
es arena de otro costal,
no es claro en sus intenciones,
400 el parecer engañoso está
haciendo guardia en sus palabras,
gesto, mirada y ademán;
el agua mansa no es trigo limpio
y por la mentira es que está.
405 Si le has quitado la máscara,
¿te querrá del medio quitar?

Miguel:

Diría que hay personas mansas
que son mansas porque sí;
mas, las hay mansas adrede,
410 fingiendo que son así,
y escondiendo que son cenizos,
pájaros de mal vivir,
diábolicos en sus intenciones…
Satánicos hay muchos, sí.

Rafael:

415 ¡Miguel, que nunca cambias!
¡Siempre eres así!
¡Lo mucho que te disgusta
lo diábolico a ti!

Miguel:

Así es, no lo soporto,
420 ¡y bien que pisoteo, bien,
a la mentira y el engaño
y al ensalzarse como Él!

Gabriel:

En fin, ya ha llegado la hora
de dejar clavado en el suelo:
425 la mentira del diablo
y la codicia de su dinero.


Uriel:

¡Dios te oiga, querido amigo!
Otro camino se abrirá
que ponga a la Tierra en orden
430 y con justa autoridad.

Pero, vayamos a lo que vamos,
ahora quisiera compartir,
con lo mucho que soy de caminos
¡figúrate en mí!-,
435 …quisiera compartir un pensamiento,
y ponerlo a debatir;
lo encontré en unas frases
cuando en Google me meto y así
es que dice la reflexión
440 que yo os quiero decir:

Y es que, cuando derribamos
muros que nos obstruyen
el paso del camino, amigos,
o la verdad que se empercude,
445 o la mentira que tapa lo cierto
y la verdad deja en incertidumbre,
¿habremos de caminar un tiempo
sobre escombros y ascuas de lumbre?

Nicodemo:

¡Qué maravilla de reflexión
450 para poder comprender
que el cambio duele, a veces!
Pero si por bien es que es,
si es por quitar el velo
y ver lo que no se ve,
455 también hay recordar que no se mira
a la verdad cuando se ve
puesta en frente de tus ojos,
¿tal vez no quieres ver?

¿Tal vez no quieres el sufrimiento
460 del cambio que no se ve
mas que en incertidumbre y desconcierto
que alfombra nueva es a tus pies?


Rafael:

Muy ciertas son tus palabras,
y mucho cuesta ver
465 la verdad cuando está de frente…
Tal vez, cuesta creer,
o da miedo el cambio
si en la mentira se fue
todo un abismo de siglos
470 de todo aquello que se cree.

Gabriel:

El mensaje que me transmite
esta profunda reflexión
es que todo cambia, amigos míos,
como nos cambia la voz.

480 ¿Apreciaremos los cambios,
de manera especial,
si no nos importa en el camino
para nada la velocidad?

Pues, no hay que apresurarse,
485 lo que hay es que continuar;
no importa caminar lento
si por caminar es que estás.

Miguel:

Por eso, sobre ascuas
descalzo se caminará;
490 se caminará sin conocimiento
y con la ilusión de avanzar.

Y se avanza con esperanza…
y a tiempo se llega, además,
si es que caminamos juntos;
495 más lejos se llega, ¿verdad?

Porque sólo se camina rápido,
pero no se camina igual
que cuando caminamos acompañados,
más lejos se llega, ¿verdad?


Uriel:

500 Porque lo importante en el camino
¿qué podría ser, Nicodemo?
Saber elegir con el alma
qué es aquello que es bueno.
Porque todo lo que deseamos,
505 ¿acaso bueno es?
¿habremos de discernir, entonces,
por bueno, qué elegimos?, ¿qué?

La maldad es un camino
que eligen muchos para seguir,
510 elegirlo o no elegirlo,
está en su discernir.

El que una conducta reprobable,
inhumana o vil adopta,
no necesita de nadie
515 para echarse la soga.

Mas, dejemos a un lado la conducta
y transcendamos a la persona,
¿habrá de cambiar, ésta, primera,
para caminar por las ascuas todas?

520 Porque si las ascuas nos traen cambios,
cambios nos traen los escombros;
hemos de ver primero, entonces,
que los tenemos en los ojos.

Delante de nosotros están
525 ascuas de fuego y escombros,
¿habremos de, nuestra conciencia, cambiar
si queremos evolucionar todos?

¿Habremos de abrir nuestra mente,
abrirla ante nuestra realidad,
530 para que por lo menos al abrirla
ésta se ponga a funcionar?

¿O cerramos los ojos
como el gato de la Tía Ramona?
Ni veo los ratones pasar…
535 tampoco habrá quien los coma.


Nicodemo:

Me gusta la necesidad de cambio
que se ve al caminar;
lo primero que he visto amigos,
lo primero: el crear.

540 ¿No es el mundo que nos rodea
un mundo que hemos creado?
Fruto es de nuestro pensamiento,
de lo que en la fe depositamos.
Porque depositamos todos fe
545 en aquello que nos imaginamos,
nuestras metas son banderas
y el trabajo de nuestras manos.

Y, así, el mundo crece
de aquello que hemos pensado;
550 crece el mundo, entonces,
de lo que hemos imaginado.
¿Habrán las ascuas de quemar
los pies con que pisamos
un fuego fatuo que muere
555 entre seguimos pensando
sobre nuevos conceptos
para crear lo no creado?

Pues, nada puede ser alterado
si no cambia la conciencia;
560 el conocimiento de las cosas
trae nuevas experiencias.


Miguel:

¡Qué inteligente discurso
el que habéis emprendido, amigos!
Ahora algo de Antonio Machado
565 para que brindéis conmigo:

“¿Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?
Todo el que camina, anda,
como Jesús, sobre el mar”

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…siente a todos en el viento….

16. El Reno y la Comadreja, la Comadreja y la Golondrina-.

Golondrina:

Solo me detengo un poco, (105)
he querido descansar.
Pero, viendo que traes compañía,
un poco más me voy a quedar.

Ya sabes cómo es la comadreja,
traspasa el engatusar; (110)
pues, no solo es ladrona,
sino carnívora, además.
por Verónica García-Melero
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