Sobre la utilidad de la virtud del Tao y de la Torah que nos conducen a la unidad.
El Epigrama XXXVIII de «El Libro del Te», integrado en el Tao-Te-King de Lao Tsé, es el epigrama que abre dicho Libro. En dicho Libro, el de «el Te», Lao-Tsé nos introduce en la versión primitiva de dicha palabra. En este sentido, la palabra «Te» muestra un cruce de caminos con un ojo en su centro, al igual que «Tao» pero con el dibujo de un corazón añadido. Su sentido exacto es «virtud» (en el sentido original en latín, es decir, la calidad inherente o innata de una cosa, no en el sentido moral) «poder» o «potencia». Luego, expresa la medida de la fuerza interna de una persona.
Es importante subrayar que al valor simbólico del ojo que discierne el camino se añade el corazón; siendo el corazón, en la cultura china, la sede de la mente y la inteligencia, de la voluntad y el coraje, además de las emociones y pasiones. Así es que el conocimiento del «Tao» otorga el «Te», el poder de hacer las cosas.
Ahora bien, cuando consideramos el Epigrama XXXVIII, podemos abstraer la esencia del Te y su transcendencia. En este sentido, es la expresión más cristalina y sencilla del WU WEI: la no acción.
Del Epigrama XXXVIII podemos resaltar que «El que posee el Te más alto no interviene en el curso de las cosas pero nada queda sin hacer». En pocas palabras es el no hacer, el confiar en el «Tao» del Cielo. Este «Tao» del Cielo es el camino que recorres en tu desarrollo espiritual; pues conlleva tu forma de ser y hacer las cosas cuando piensas con tu corazón y tienes la certeza de que es el «Tao» (la no acción y dejar, consecuentemente, que la naturaleza siga su curso) quien obra. Desde luego que no estamos hablando de un «dios» antropomórfico. Y tampoco es antropomórfico el concepto de «Dios» añadido en la «Torah».
En la «Torah» nos encontramos igualmente el corazón, pues es su esencia. Empezamos con Bereshit y terminamos con Israel para observar nuestro corazón y el corazón del Verbo que lo alberga (el «Cielo», las fuerzas de la Creación – Elohim ET-). Es sabido que estas letras inicial y final dibujan el corazón. Y hemos de decir dibujan el corazón en todas sus acepciones, porque lo muestran o lo dejan ver, se dice de lo que estaba oculto o callado, es aquello que se indica y se revela, traza en la superficie de la Palabra (Verbo) la imagen de algo (la virtud que alcanzamos en sentir cómo el Verbo nos inspira) y describe algo con palabras. Así es que la Torah, de principio a fin, nos dibuja bajo la luz ese «Cielo» del que nos habla el Tao y que es UNIDAD.
¿Es UNIDAD יהוה? Siento que es verdaderamente explícito el Shema Israel haciéndonos entender que escuche Israel (entienda) que יהוה es Elohim, es UNO. Y es AMOR-UNICO, es Ahavah y Ejad, es 13 y 13, es 26. ¿Nos habla יהוה con su Verbo? Indiscutiblemente es letra, cifra y comunicación.
A ello añadamos el Árbol de la Vida, que tanto encontramos en China como de manera explícita en la propia Palabra:
Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen (Proverbios 3:18)
Hablamos de la Sabiduría: el Verbo prefigurado. Del mismo del que nos habla Juan al abrir su libro:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1).
Os dejo, finalmente, con otros versículos que manifiestan la «virtud» del corazón y esa «no acción» del WU WEI. Por igual, os añado dos imágenes que nos harán reflexionar sobre la Sabiduría divina, la de «el Cielo»: esa misma que está en la UNIDAD y es un ÁRBOL DE VIDA para los que de ella echan mano. Y, adicionalmente, os incrusto un vídeo que nos recuerda la importancia del corazón: en su cámara secreta se encuentra la maravilla de nuestra esencia divina. Comprenderemos que alcanzamos en nuestra esencia divina nuestra verdadera naturaleza.
Que la bondad amorosa y el apego a la verdad mismos no te dejen. Átalos sobre tu garganta. Escríbelos sobre la tabla de tu corazón, y así halla favor y buena perspicacia a los ojos de Dios y del hombre terrestre. Confía en יהוה con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y el mismo hará derechas tus sendas (obrará) – Proverbios 3:3-6.



Proverbios 2:3 «Llamarás Madre al Entendimiento».

אמ ש, Soy
«De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3)
