Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa (Mateo5:14-15).
El MIYU que hoy nos planteamos nace de una afirmación de Nikola Tesla: «Los elementos de Empédocles pueden ser regados con las partículas de vida de los éteres»
Los elementos de Empédocles son la tierra, el agua, el fuego y el aire. ¿Están presentes en nosotros estos cuatro elementos? Todo apunta a que sí. ¿Y qué es el éter? Según la física es un fluido sutil, invisible, imponderable y elástico que se suponía que llenaba todo el espacio y, por su movimiento vibratorio, transmitía la luz, el calor y otras formas de energía.
En este sentido, ¿es el Éter el quinto elemento, el Qi? Todo apunta a que así es. Luego, igual está en nosotros; y así es nuestra energía, frecuencia y vibración, así es nuestro ser integral. Nuestro cuerpo, espíritu y alma.
Que no nos extrañe que tanto Tesla como Newton estaban más interesados en la metafísica que en la física en sí. El propio Tesla nos decía que «si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración«. Pues, el conocimiento de ello transformaría la humanidad.

Yehoshua afirmó: «Vosotros sois la luz del mundo», ¿qué nos quiso decir con ello? En tanto la luz puede ser comprendida, en una definición simple, como ondas electromagnéticas, ¿cómo interrelacionáis los elementos de Empédocles con el Qi y, a su vez, con nuestra energía, frecuencia y vibración? ¿Entendéis que en esta interrelación está nuestro ser integral?
«Yo soy YHVH que te sacó de la tierra de Egipto y te llevo a una tierra que mana leche y miel» Deuteronomio 5:6,

Supongo que con este MIYU tenéis para «darle mucho a la almendra».
