El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
La preeminencia del amor. 1Corintios 13:4-7
Refrescamos esta entrada de 5 de Mayo de 2024 para reciclarla en un nuevo MIYU que insiste en la misma cuestión: ¿Qué nos conduce al camino espiritual?
Hemos de tener presente que el MIYU, esa búsqueda de verdad en el cuestionamiento de lo que hay, se presenta de manera plural, desde diversos prismas y enfoques, no teniendo una única solución tajante, sino invitando a reflexionar nuevamente, a UNIR verdades. En ello, en el cuestionamiento reiterado, en la exploración del conocimiento que se halla dentro de nosotros y alrededor de nosotros, es que afloramos la Verdadera Naturaleza de las cosas y, por ende, su esencia.
Si bien el conocimiento de la antigüedad es un hilo que nos conduce a recordar quiénes somos, bien este impulso por conocer y saber de esa Luz que está en todo nace en nuestro interior, a través del amor. Especialmente, es en el amor donde lo hallamos. Y el amor lo experimentamos incondicionalmente cuando otorgamos, cuando nos vaciamos en el otro, sin esperar nada a cambio.
La preeminencia del amor es tal que te hace conocer a ti mismo, discierne las almas, conoce a las personas y te hace poderoso. Es una luz que vibra en ti y sabe cuánto, cuándo, cómo, porqué, quién, qué y para qué alumbra. Es tan natural que nace en tu corazón y tu alma. Es la esencia y razón de ser de la iluminación y Unidad con Dios. Es la esencia del Te (luz) en el Tao (forma de ser y hacer) y del Tao en el Te – así es que en un principio esta entrada, que reciclamos, se tituló: Un poco de Te -.
Os dejo estas palabras y el siguiente epigrama, el 33, para que reflexioneis. Servios el vaso vosotros, pues el agua os la he dejado preparada.
Para orientaos, considerad también el caso del Rey Salomón y el bebé. En dicho caso apreciareis la preeminencia del amor. Y en la preeminencia del amor es donde se alcanza la sabiduría de Dios.
Tened presente que este Epigrama encierra el gran misterio del Tao-Te-King: «El que se conoce así mismo ha alcanzado la clarividencia». Es, para el Zóhar – resplandor -, alcanzar a ser Israel.
Otro día seguiremos con esta enseñanza, y tened presente que Dios es Unidad y Amor. Salid de la dualidad y disgregación, regresad al tronco sin cincelar.
Epigrama XXXIII, Tao-Te-King, Lao-Tsé:
El que conoce a las personas es sabio.
El que se conoce a sí mismo ha alcanzado la clarividencia.
El que vence a otro es fuerte.
El que se vence a sí mismo es aún más fuerte.
El que se conforma con lo que tiene es rico.
El que persevera alcanza su objetivo.
El que no pierde su cargo durará.
El que ha llegado a vivir todos sus días puede llamarse longevo.
