No sé muy bien lo que me espera, pero de cualquier modo, iré hacia eso riendo.
Stubb, en Moby Dick.
A) Leyendo entre líneas a Moby Dick.
«[…] la vida de los que viajan en el Pequod no vale gran cosa en opinión de los que se encuentran al mando y la tripulación es plenamente consciente de ello. La total ausencia de empatía del capitán Ahab hacia sus semejantes se puede observar ampliamente en las decisiones que va tomando a lo largo de todo el relato. Solo quiere satisfacer su propio proyecto, y para ello está dispuesto a sacrificar a todo y a todos los que, paradójicamente, colaboran en su consecución».
¿Os suena esto si cambiamos protagonistas y colocamos a los actuales poderes políticos y económicos; si como barco ponemos el capitalismo radical que ha decidido sodomizarnos a nosotros y al planeta? Continúa Uriondo: «Nosotros, como habitantes del Pequod planetario, cuando interpelamos a los amos del mundo si esto es lo normal, recibimos permanentemente la respuesta de ‘esto es lo que hay y si no te gusta, salta del barco». Son párrafos entresacados de un maravilloso artículo titulado Un día en el Pequod (planetario)« (Ruíz, 2013).
En el sistema Capitalista, donde se disfraza el lobo de carnero, el que desfalca camina libre y el ladrón de tres al cuarto anda preso, donde te venden una democracia que cuesta verla hasta en el voto electoral, donde la justicia parece apretarse más la venda cuando más tela hay envuelta; existe un dios: el «dios dinero«.
En el sistema Capitalista vive una intención: la de hacer coincidir, en el dinero, la abundancia. Sin embargo, cada vez estamos todos más cerca de ir comprendiendo que este «dios dinero» no nos provee abundancia, tampoco el «dios dinero» es dador de la justicia y mucho menos lo es de la igualdad y la fraternidad entre las gentes.
Hoy día, cuando un parón tras otro nos ha revelado la importancia de la humanidad, de ser humanos; bien se hacen merecedoras estas frenadas en seco de surcar y bucear aquellas aguas por las que navegamos. Tal vez, con las circunstancias que vivimos hoy, y con la observación de muchos ojos, alcancemos un conocimiento más profundo de aquellas aguas que requieren esclarecerse.
Así, el trabajo que se va ir publicando progresivamente va estar incardinado en la intención de «pasteurizar la economía al completo«: someterla a un proceso térmico (elevarle la temperatura a aquello que se haya escondido en el hielo – habrá que derretirlo para poder ver -) para lograr reducir la presencia de agentes patógenos (tramas, corrupción, normas que se contradicen, falacias, fraude, fiascos…) consecuentemente.
Tal vez, en el proceso de pasteurización que se vaya acaeciendo haya otro proceso paralelo en nosotros mismos que nace del entendimiento de la situación y de cómo este nuevo conocimiento nos transforma. Tomemos siempre la olla de este trabajo desde las asas de la bondad y del rigor, aunque sujetemos más vigorosamente su asa amable, especialmente para con nosotros mismos – ya hemos sufrido bastante -.
B. Nuestro amor: nuestra potencia.
El solo hecho de considerar que la reducción de «presencia de agentes patógenos» se produce consecuentemente nos mueve a considerarlo como un acontecimiento del devenir de esta sola proposición. Sin embargo, ¿se deduce lógicamente que este hecho es inevitable y se deriva de esta «pasteurización«? Porque, la verdad, hasta el momento todos nos hemos encontrado con muy plurales observaciones, críticas y análisis con respecto a nuestro entorno más inmediato y, sin embargo, no han terminado por mover a la población en el cambio. De hecho, lo anhelamos.
Aquí es donde encuentro la potencia que posibilita la transformación. Si bien la pasteurización es un acto per se, no termina de realizarse y, por tanto, existir entre tanto no existe una potencia que lo mueve a ser. Y, adicionalmente, para ser potencia no necesariamente se ha de estar activamente actuando. Esto es, no porque dejamos de caminar se pierde la potencia de poder hacerlo.
Si bien no hemos caminado hacia el cambio, no quiere decir que no poseamos la capacidad de poder hacerlo; si bien no somos constructores activos de un barco, no quiere decir que no poseamos las destrezas para poder construirlo. Luego nuestra potencia está y es; el acto le deviene.
¿Estará en nuestra unión nuestra potencia? El adagio de la unión hace la fuerza ha viajado bastante a lo largo del tiempo, es muy probable que sea cierto. Tal vez, la sola escucha y observación atenta a lo que verdaderamente acaece a nuestro alrededor encienda nuestra potencia y nos mueva a ser constructores activos; desde luego que ya contamos con las herramientas. Y éstas son nuestra pasión por la vida y crecer, nuestro amor: nuestra mayor energía.
¿Será nuestro amor nuestra potencia?
Es bueno recordar siempre que somos energía y vibramos: somos luz. La ciencia, en este sentido, demuestra que los ambientes sosegados y armoniosos nos devuelven cristalizaciones de los átomos de la materia de proporción áurea. ¿Ocurrirá lo mismo con nuestro bienestar físico, mental y emocional?
Es muy probable que nuestra sola pasión por vivir y crecer termine por unirnos como humanidad; aflorando, a su paso, todo aquello que ha impedido nuestro crecimiento y acercamiento en tolerancia.
Tal vez, el solo hecho de aflorar aquello que nos impide brillar nos mueva hacia la manera y modo de hacerlo; haciendo a un lado, consecuentemente, todo aquello que nos lo ha impedido.
Dejémoslo por el momento en «todo aquello«; pues, como vemos, más y más son los mapas del territorio a los que vamos teniendo acceso, más es que vamos cambiando nuestra mente y nos reconducimos en alterar nuestro pensamiento.
Así es que se nos encienden el amor propio y hacia el prójimo y sabemos subrayar qué es aquello que se presenta inaceptable e intolerable. Este solo acto que deviene en nuestra potencia nos une; luego, es un efecto expansivo eso de educarnos emocionalmente y en sentido crítico. Esto es quererse así mismo, este es el principio del amor. Empieza en uno mismo, ¿si no te quieres a ti mismo, crees que puedes querer a los demás? ¿Si no estás feliz contigo mismo, crees que puedes estar feliz por los demás? ¿Si no sientes alegría por tus habilidades y capacidades, crees que puedes sentir alegría por las de los demás?
C. Hacia el cambio.
Si nos cuesta trabajo cambiar es bueno tener presente que nuestro pensamiento, nuestra manera de pensar, simplemente surge de las construcciones mentales que hemos ido edificando y guardando desde nuestra propia interactuación en nuestras propias experiencias; es el devenir de nuestro aprendizaje. Ni que decir tiene que medio, agentes, circunstancias, actitud, emociones particulares vividas…condicionan tanto la experiencia como la interactuación y, por ende, nuestro propio aprendizaje.
En nuestro intento de racionalizar las cosas que experimentamos y sentimos, no solo aprendemos, sino que el aprendizaje que le deviene nos conduce a construir «creencias» en torno al mismo y nuestro hábito en dichas creencias termina por forjar, no solo nuestros constructos y atajos mentales, sino, por igual, nuestra personalidad y conducta.
Así es que cuesta trabajo cambiar la mente, cambiar nuestras creencias, es un proceso que requiere del hábito en el nuevo aprendizaje. De lo que no cabe duda es de que todos albergamos el poder y la capacidad de cambiar. Nuevo conocimiento y nuevas experiencias nos dejan nuevos aprendizajes y, con ellos, es que logramos renovar nuestras creencias y desde el hábito en las mismas es que transformamos nuestra conducta y, tal vez, algo en nuestra personalidad. Es bueno tener presente que nuestra personalidad, aunque es marcada, es flexible.
Es bueno tener presente que si queremos cambiar algo en nuestro entorno desde luego que ha de empezar el cambio en nosotros mismos. No podemos estar señalando paja en el ojo ajeno cuando en los nuestros llevamos vigas. Esto es, no podemos analizar el entorno y apreciar incongruencias que descalificamos si, a su vez, nosotros mismos participamos de la incongruencia. ¿Habremos de ser congruentes como paso previo?
Aquí empieza el cambio, en uno mismo. El solo hecho de abrirte a cambiar, a mejorar algo de ti, lleva implícitamente tu autoexploración y tu voluntad por hacerlo. Y la voluntad, después de todo, es movida por el deseo a conseguir algo que apreciamos con singular belleza. Así es que nos entusiasma y nos motiva hasta su logro.
La caridad empieza por casa.
Proverbio chino.
D. ¡Iré hacia eso riendo!
El pensamiento es un acto, una consecuencia de nuestras circunstancias; nuestra potencia es la capacidad de alterarlo. Aquí estriba nuestra inteligencia emocional muy profundamente; pues, como humanos, pensamos que siempre elegimos la mejor opción. Es algo ligado a nuestro instinto de supervivencia.
Mas, tal vez hemos hecho elecciones desde el desconocimiento, la desinformación o sin ser conscientes de que había un vicio agazapado. Es por esto que bucear es bueno. Es bueno ser críticos, es bueno cuestionarnos las cosas, es bueno reconducir nuestra conducta, es bueno ser reflexivos, es bueno ser serenos, es bueno saber escuchar, es bueno saber estar atentos; es bueno para nuestro crecimiento y para vivir felices. Como poco, con estar atentos estamos despiertos y mejor miramos los mapas que, a nuestro paso, encontramos del territorio. Mas, con estar serenos, es que terminamos hasta por «baliar» y reír por el camino.
De esta manera, y volviendo al mapa económico y social y a nuestra intención de abrirnos a un nuevo camino que se hace a nuestros pasos, lograremos ver qué es el dinero y el cuento de las cien zorras que nos han ido vendiendo a lo largo de la historia con el mismo y alrededor del mismo. Después de todo, el «dios dinero» desde que existe ha venido condicionando cada mapa del territorio, hasta el de nosotros mismos.
Por ser simples, conociendo cómo se organiza una sociedad y para qué fin, conociendo sus medios y herramientas, así se alcanza el entendimiento de la verdad de las cosas, de la verdad de lo que nos rodea.
Al menos, si no queréis llamarlo «verdad«, ya que se asocia con la realidad y ésta siempre es subjetiva, vamos a llamarla: alcanzar el conocimiento del territorio. Porque una cosa es el territorio y otra cosa es el mapa que cada uno tiene del territorio.
Así, cuando se logran juntar más mapas, más información se consigue del territorio. Podemos tener: el político, el físico, el callejero, el turístico, el histórico, el climático, el de temperaturas, el atmosférico, y, hasta el del tesoro.
No está marcada en ningún mapa: los sitios de la verdad no lo están nunca.
Moby Dick
De esta manera, ¿conoceremos mejor el territorio si más mapas diferentes, de él, tenemos? Esto, de asimilarlo con la visión personal o la opinión, nos viene a decir que en el mar de las opiniones siempre encontramos conocimiento de aquellas cosas que, en todo, se pueden ir mejorando en esa tendencia infinita que es la del aprendizaje que nos dejan las mismas desde el diálogo, la tolerancia, la pluralidad de visiones y, por supuesto, la experiencia.
De considerar aquellas Organizaciones, Instituciones y sus funcionamientos y objetivos – por ser breve- , un entendimiento de las mismas, cada vez más profundo, nos conducirá a ir conociendo mejor el territorio que pisamos.
De esta manera, lo mismo hasta construimos un nuevo barco entretanto avanzamos por un nuevo camino que hacemos todos a nuestros pies.
Recordemos siempre que el gran mal de la humanidad es la ignorancia. Pues, ya sabéis…vamos a procurar todos estar satélites con las cosas y no permitir que las normas y nuestro derecho, y las intenciones de nuestros organismos e instituciones, se contradigan u opriman u hostiguen nuestro bienestar.
Para empezar, esto es velar por que se cumpla la norma y la intención de Bienestar Social y de Desarrollo Sostenible Mundial que estos mismos organismos y derechos promueven abanderándose de la democracia, la igualdad, la libertad y la fraternidad que quieren para la humanidad. Con lo que, de estar satélites, somos ciudadanos con ese sentido crítico que promueve nuestra legislación educativa europea, nacional y supranacional y – como poco – somos ciudadanos ejemplares y participativos.
¡EL CONOCIMIENTO ES PODER Y EL AMOR ES SU POTENCIA!, ¿se hará esta afirmación un adagio en el tiempo?
Un beso
Aristóteles, Calvo, T. (Tr.), RBA Libros, S.A. (Ed.) (2014) Metafísica. Volumen Original: Biblioteca Clásica Gredos, 200. Barcelona: RBA Libros, S.A.