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La verdadera disciplina no es impuesta, nace de nosotros mismos.
Proverbio Oriental
¿Ha oído hablar alguna vez del Asno de Buridán? Es el asno que, de acuerdo a la sátira, no sabe elegir entre dos montones equidistantes e idénticos de heno, con lo que termina muriendo de inanición. Es una proposición categórica, un argumento de reducción al absurdo contra la postura ideológica de Jean Buridán, defensora del libre albedrío y de la razón como capacitadora para ponderar toda decisión.

Como se puede apreciar, la toma de decisiones desde la razón se presenta totalmente paradójica. En el propio proceso de discernimiento para la elección deviene la impronta satírica del ataque a este teólogo escolástico, que – por cierto – fue alumno de Guillermo de Ockham.
Qué enseñanza acerca, es observable desde el comportamiento o conducta del asno. Bien porque no sepa comer, bien porque no pueda, termina por no elegir ninguno de sus montones de heno; con lo que fallece de hambre. Si este argumento resulta extremo, podemos apreciar lo paradójico de nuestro razonamiento si se acercan otros ejemplos. Uno muy recurrido es el de la enamorada. Ésta, cortejada por dos pretendientes, es obnubilada de manera, tal, que termina por no decidirse por ninguno de ellos. Con lo que al final, no muere de inanición, pero sí termina quedándose sola.
Es probable que esté pensando en otro ejemplo, como el de terminar procrastinando tareas. Usted ha de elegir entre dos tareas igual de importantes y urgentes, sin embargo, rumia tanto el coste de oportunidad que le puede suponer decidirse por una o por otra, que al final termina por no hacer ninguna de las dos. Esto vendría a ser, dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Lo que, en términos más científicos, es procrastinar.
La razón por la que hoy acerco el argumento del Asno de Buridán es para hacer una analogía del mismo para con el Sistema Educativo. De esta manera, las proposiciones y orientaciones políticas vendrían a configurar un montón de heno y, las propuestas y recomendaciones científicas, el otro.
La cuestión es que parece ser que en nuestras aulas no termina por tener un reflejo fiel ni lo que propone la legislación ni lo que recomienda la comunidad científica. Habida cuenta de ello es que España cuenta con la tasa más elevada de abandono escolar en toda la Unión Europea.

Desde nuestro marco normativo se espera hoy día educar a la ciudadanía en lo que llaman competencias clave. Estas sirven de instrumento para incardinar tanto los objetivos generales de etapa, como los específicos en los currículos. Desde los cuales se espera construir una educación de valores desde la que crezcan en habilidades y destrezas los alumnos, los futuros trabajadores del sistema.
Estas competencias clave, definidas por la LOMCE, y ya establecidas con carácter previo por la anterior Ley Orgánica, LOE, bajo el calificativo de básicas, emanan directamente de la Recomendación del Parlamento Europeo. Como podemos apreciar, son las mismas para toda la Unión Europea, entonces. Y es que, los propósitos educativos para la educación mundial, sus fines, así como sus estrategias, han de obedecer a las directrices y recomendaciones de la UNESCO.

Estas directrices se encuentran “atesoradas” en el Informe de este Organismo, el conocido Informe Delors. Digo “atesoradas” porque parece que se hallan guardadas bajo llave, bien escondidas. ¡Un tesoro!
Parece ser, también, que aunque constantemente se hace referencia a dicho Informe, si se observa bien su citación, de cerca, en muy diversas aportaciones científicas, categóricamente lo que vienen a expresar del mismo es: educarnos en aprender a aprender, en inteligencia emocional y construir una educación sobre los cuatro pilares que predica Delors. Ea, se acabó. Por esto me pregunto ¿se ha leído alguien el Informe Delors? Porque si lo cogen en sus manos, es un buen “tocho“. De todas maneras, Delors y compañía ya intuían que no serían muy leídos, con lo que se curaron en salud con las “Pistas” de cada unos de sus capítulos.
Dejando a un lado la acidez, el cuestionarnos si verdaderamente se contemplan las orientaciones de este Informe, es cuestionarnos si verdaderamente son llevadas a la praxis desde el aula. A fin de cuentas, el profesor es un “Atlas” sobre el que cae el peso del Sistema Educativo. Por esta razón, si es profesor, ha de preguntarse por lo que hace en clase.

El peso del Sistema Educativo podría ser visto como un conjunto de piedras. Una piedra son los objetivos generales de etapa, otra piedra son los objetivos específicos de su asignatura, otra piedra son los valores y filosofía del centro, otra piedra son las metodologías que utiliza en clase y, finalmente, la quinta, es el estilo de enseñanza del profesor. Su impronta, su quintaesencia. Son cinco grandes piedras que contienen el valor de la Educación y proporcionan equilibrio. De caerse una sola, se descompensa “Atlas” y cae estrepitosamente.
Ahora, detengámonos en la quinta piedra. En la esencia del profesor. Si consideramos dos profesores que trabajan en la misma asignatura, con igual preparación, con igual inteligencia y trabajando en el mismo centro, donde el currículo, programación, valores y filosofía son idénticos. Incluso las metodologías a utilizar son las mismas. Es muy probable que se obtengan resultados muy diferentes en el aprendizaje de los alumnos de un profesor con respecto del otro. ¿El resultado se debe a las características particulares que presentan los alumnos de cada clase? Lo más seguro es que el déficit en el resultado del aprendizaje de un grupo con respecto al otro sea argumentado inclinando la balanza hacia una mala actitud del alumnado. Cuando en realidad se debe a la actitud del profesor. Porque, pregúntese ahora, si siempre sucede lo mismo cuando se hace esta observación: el rendimiento de una misma asignatura impartida por diferentes profesores, ¿el problema está siempre en el alumno, o está en el profesor?
Todos hemos sido alumnos y hemos experimentado esa alegría que transmiten algunos maestros o profesores. Estos vienen a ser los menos, pero seguro todos tenemos atesorado en el corazón algún profesor al que recordamos con especial cariño. ¿Por qué? Porque le gusta su profesión.
Y es muy sencillo, cuando a una persona le gusta su trabajo, su predisposición al aprendizaje y la mejora continua es una constante. Siempre se encuentra entusiasmada y motivada, con alegría y con ganas de trabajar y aprender. Todo esto le procura autodisciplina y, es desde la autodisciplina desde donde nace la autorregulación de la conducta. Como vemos, nada más con imaginarnos a esta persona, ya estamos entusiasmados y alegres. Más aún si es quien nos instruye, irremediablemente nos va a transmitir su espíritu, su esencia, su felicidad.
Ahora, pregúntese: ¿una persona que no se encuentra motivada puede transmitir motivación? También pregúntese: ¿una persona que no es autodisciplinada puede educar en autodisciplina?
La motivación y la autodisciplina son dos ingredientes fundamentales para el buen desempeño del aprendizaje del estudiante y, sobretodo, para que su predisposición al aprendizaje sea buena. La motivación es un proceso conductual y requiere mantenerse para que dicha predisposición le permita acometer cualquier tarea o actividad hasta su fin. Con lo que, si usted que lee es un profesional de la educación, pregúntese: ¿motivo a mis estudiantes? También pregúntese: ¿cómo los motivo, qué hago para motivarlos? Posiblemente en sus respuestas esté la solución para mejorar algo en clase.
Con respecto a la autodisciplina, un proverbio oriental viene a decir que “la verdadera disciplina no es impuesta, nace de nosotros mismos”. Consecuentemente, la predisposición positiva hacia una tarea, además de motivación, requiere del sentimiento de entusiasmo hacia la misma. Nos entusiasma lo que nos gusta. De esta manera, pregúntese: ¿qué puedo hacer para que mi asignatura guste? También, pregúntese: ¿qué puedo hacer para que mi clase guste?
Este entusiasmo, que va a condicionar la autodisciplina del alumno, lo contiene la cuarta piedra. La de la metodología. Ahora, volviendo al argumento del Asno de Buridán, la metodología vendría a representar el montón de heno de la ciencia. Con la palabra metodología podríamos englobar, técnica, didáctica, estrategia, entre otras. Lo consideramos un montón de heno porque a pesar de evidenciar la ciencia las posibilidades que brindan ciertas metodologías, estrategias, técnicas, para la consecución de aprendizajes significativos y el desarrollo de virtudes y valores en los alumnos, la actitud del profesor hacia su utilización no es positiva, si no es nula. Tampoco contempla las virtudes y valores que han de trabajarse en el aula. Con lo que, cómo va a construirse una educación íntegra en el alumno si no se trabaja esa integridad.
Pues bien, todo el esfuerzo de la ciencia en materia pedagógica, didáctica y educativa, se encamina a procurar la manera y medio con que las personas aprendan significativamente, aprendan mejor, se entusiasmen y se conozcan desde su aprendizaje. No todos aprendemos igual, por eso, hay que considerar facilitar diversidad de métodos y estrategias con las que las personas adquieran conciencia de su propio aprendizaje. Esto es lo que las encamina a aprender a aprender. A estar reciclándonos continuamente. Es algo necesario ya que el resultado de nuestra formación no es sino el de capacitarnos para el mercado laboral. Y, hoy día, el mercado laboral es cada vez más exigente en conocimientos y habilidades. Son numerosas las personas talentosas que sin embargo son despedidas por incompetencia en habilidades sociales y emocionales. Por eso, desde nuestra temprana formación ha de contemplarse la educación íntegra.
Ahora, pregúntese: ¿elaboré unos apuntes hace quince años y a día de hoy los sigo fotocopiando para mi clase? Es más, los ejercicios son los mismos de manera que ya me sé los resultados y eso que me ahorro. También, pregúntese: ¿hago que mis alumnos trabajen en proyectos, cooperativamente, fomento el diálogo en clase, los hago reflexionar, los hago investigar, que se cuestionen lo que aprenden, que conecten el aprendizaje de un día para otro, o… enchufo el proyector para que sigan mi explicación y luego bajen a comprar los apuntes a copistería?
También pregúntese si para no complicarse la vida, sigue el libro a pie juntillas o, directamente, solicita que abran el manual por la página X.

Desde luego que las explicaciones magistrales, la exposición de contenidos y el apoyo visual son fundamentales, pero de ser esto una proposición matemática, sería razón necesaria, no razón suficiente y necesaria.
Por esto, considere que sus alumnos necesitan involucrarse en su propio aprendizaje y ha de facilitar adicionalmente más metodologías y formas con las que crear significación en su ciencia. También, recuerde que sus alumnos son alumnos del siglo XXI, alumnos de la era digital. Han nacido rodeados y viviendo la experiencia digital, lo que ha terminado por condicionar la forma en la que aprenden. Sus procesos de digestión de información han variado, requieren de más agilidad en su proceso de aprendizaje. Y ya que sus alumnos son estos, no los de hace veinte años, adecue su enseñanza a sus alumnos.
Mi pasión por la educación y todo lo que he ido aprendiendo a lo largo de estos últimos años es lo que me ha traído hoy a escribir esto. Jamás pensé que expresaría públicamente mi opinión. Sin embargo, todo mi trabajo de mi último año, el paso que he decidido dar… se lo debo a mi hijo. Él me ha motivado a que me termine de decidir por lo que me apasiona. Y ya que me fascina tanto la educación y formación de las personas, es algo tan grande y da tanta satisfacción, me gustaría hacer reflexionar hoy a muchos profesionales de la educación.
Y elijo hoy, cinco de diciembre, porque es el cumpleaños de mi hijo, queriendo celebrar con él el regalo de amor que supone ser mamá. Me esfuerzo por él, pero es que es gracias a él que todo lo que estoy haciendo es posible. Mis horas de trasnochar para avanzar se me han hecho livianas por el amor que me hace sentir. Y, desde luego, que ha conseguido que desate mi capacidad y entusiasmo por lo que hago.
Me gustaría que creciera en una educación escolar que le facilite todos esos valores que le ayudan a crecer como persona. De todas formas, en lo que a mi responsabilidad como madre respecta, espero transmitirle muchos de esos valores que tanto trabajo me cuesta ver en la educación y en la sociedad. Sobre todo amor, humildad, sinceridad y misericordia.

Por todas estas razones anteriores, no se pierda en tanto paradigma, la solución es muy simple. El mejor maestro no es el que más sabe, sino el que mejor enseña. Sea consciente de que hoy día ha de trabajar como guía, no como el “Oráculo del infinito saber”. Y tenga siempre presente que un buen maestro es un educador. No solo transmite conocimiento o guía para la consecución del mismo, sino que acerca valores a los alumnos y posibilita la manera para que desarrollen los mismos. Además, desde su alegría y pasión por lo que hace, entusiasma y motiva. Abandérese de gustarle lo que hace. Sea una persona sabia, no erudita.
Tampoco se justifique con que necesita formación. Desde luego que la formación la va a hacer una persona cada vez más competente y sabia, pero seguro que si mira hacia su ser, sabe que cuenta con habilidades suficientes, desde ya, como para traer los propósitos educativos a su aula.
De esta manera, ya que el asno es de Buridán, sea Buridán y tome la navaja de su maestro. Con la navaja de Ockahm podrá tomar la decisión más sencilla, la de ir tomando de un montón de heno y del otro. Más tarde, podrá discernir que cantidad de heno de cada montón es la mejor opción. Pero por el momento, tiene los dos montones como para no dejar morir de aburrimiento su clase. Con no aburrir, ya ha dado el primer paso. Empiece por hacer su clase divertida. Esto alegra, motiva y entusiasma. Haga un cambio…
Usted sabe, en el fondo, que para iniciar un cambio en el aula, el cambio empieza en usted.
Con amor, a mi hijo. Mamá.


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