Tremendas revelaciones de los estudios de Graham Hancock y su equipo.
No está marcada en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca
Herman Melville
Siempre me han fascinado los mapas, una de las curiosidades personales que dejo plasmada en la Bee-Blioteca del OKO, de la sección de t-veo. Una de las razones es porque nos ayudan a contar el tiempo, además de encantarnos con su cartografía y preciosos grabados. En este sentido, cuando cogemos los mapas del medievo, además de aflorar una cuña de unos mil años introducida a martillazos, apreciamos ubicaciones de civilizaciones que coexistieron para el momento en que los mapas son creados – y sorpresivamente son desaparecidas pocos años después, sin hecatombe climatológica que avale tal desaparición o ocultamiento – y, lo más curioso, civilizaciones que coexistiendo en el momento de confección del mapa, para la versión oficial de la “historia que te cuenta el libro de historia”, no cabría esa posibilidad. Cuando profundizan en esto, aflora la cuña de 1000 años que nos han metido aproximadamente (esto lo analizaremos con rigor científico).
Porque nos han cambiado el tiempo, tanto nos lo han cambiado que el OCTO mes, el ocho, ahora es el mes diez del calendario gregoriano. La iglesia católica está muy detrás de las alteraciones cronológicas, la transformación del tiempo, el desvanecimiento de libros y conocimiento, la transformación de la Palabra and many more…tendríamos hasta que detenernos en el verdadero uso y alcance del latín. Pero, en fin, para el caso, hemos de recuperar los estudios científicos de mapas estelares de hoy día que, con extraordinaria certeza y rigor científico, afloran, igualmente, la alteración del tiempo. Afloran la sorprendente cuña que nos han metido. En este sentido, no hablamos de las lagunas que, entretejidas por los mapas, afloran una cuña temporal; hablamos de las órbitas y tránsitos de cuerpos celestes que son más fidedignas que tu reloj de engranajes para calcular el tiempo. No estamos en el 2023 dC, no.
Quería dejar esta pequeña aclaración que ya exploraremos otro día con aportaciones de Virtus Veritas y Mundo Desconocido, dos canales de Youtube cuyos productores y editores han hecho muy bien los deberes, amén de entrevistar a científicos muy puestos en estas materias y nutrirse de un basto elenco de aportaciones científicas, bibliografía, ilustraciones y mapas. Son altamente científicos, dignos de ver y analizar.
Adelanto este breve comentario e intención de trabajar con el tiempo ya que ayuda a que comprendáis qué sucede en los hallazgos de Graham Hancock y su equipo en la Antártida. Como comprobaréis, han estudiado muchos mapas que afloran la coexistencia de una civilización para un momento, una civilización que no es denostada, sino camuflada bajo una capa de hielo y de la que se ha procurado decir nada. Y, con equipos de sondeo han dado con la civilización, está ahí abajo, bajo el hielo de tus pies.
Estos importantes hallazgos van a transformar completamente la historia con la que nos han adoctrinado para encajar a martillazos el paleolítico, el neolítico y los sumerios; obviando todas las civilizaciones avanzadas que los precedieron y/o cohabitaron con ellos.
Es muy interesante el derrumbe del mantra histórico que nos han ido vendiendo durante tanto tiempo, y es que: veritas filia temporis.
Se vienen importantes cajones que se abren para alterar la percepción que tenías de la historia del mundo. Con ello, cambia también la percepción de las instituciones u organizaciones geopolíticas que han ido amañando todo. ¿Cuál es el fin?
Hay 3 cosas que no se pueden ocultar: el Sol, la Luna y la VERDAD.